¿FINANCIACIÓN PÚBLICA O PRIVADA? UN DEBATE CON POCOS DISCREPANTES.

Concluimos el primer artículo sobre la financiación de la Sanidad de la población global de un país, diciendo que el procedimiento, universalmente más aceptado, es la financiación pública.

La mayor parte de los países occidentales han aceptado de buen grado este criterio. El único que no lo ha aceptado es EEUU, por un principio liberal, muy elemental. El principio es que la persona tiene que tener incentivos para trabajar. Y uno de los más esenciales es la alimentación, el vestido, la vivienda y curar sus enfermedades. Si estos bienes se consiguen sin esfuerzo, se pervierte el incentivo y se puede pasar a parasitar a los demás. No es objeto de este artículo entrar en la discusión de este principio, Pero tiene un fallo en la práctica, que el propio país está conduciendo a remediarlo, a duras penas y con varios modelos que están diversificando y comprometiendo la eficacia de un sistema sanitario, de un país que pretende ser líder mundial. No pretendo estudiar el modelo, sino en su crítica, generar el convencimiento de la única solución posible. La financiación única y universal.

Lo primero de los que debemos estar convencidos, es que el sistema prestador, que ha preferido siempre cobrar por acto médico, es muy discutible, si es en sí mismo, el mejor procedimiento, pero lo que es evidente es que el comprador no puede estar sometido a esta incertidumbre. Hasta, podemos decir que hay pocos bolsillos que puedan soportar ese riesgo. Y menos aún, cuando, son los costes de la enfermedad los que ha de abonar, cuando precisamente sus ingresos decaen con toda seguridad, por estar enfermo. Por tanto, hay que introducir un asegurador por medio.

El asunto era muy fácil, cuando se trataba del trabajo de un médico, porque los conocimientos eran limitados y la eficacia de la medicina era casi nula. Quevedo, ya introdujo la manera de solventar tal dilema, “paga al médico cuando esté sano, que ya se encargará el de curarte cuando estés enfermo”. Así se inventó la “iguala” así llamada porque pagaban todos la misma cantidad. El “asegurador” que corría el riesgo era el propio profesional, trabajar más o menos por el dinero mediado.

Quevedo, ya introdujo la manera de solventar tal dilema, “paga al médico cuando esté sano, que ya se encargará el de curarte cuando estés enfermo”.

Pero la medicina compleja empezó a necesitar más fondos y el riesgo había que compartirlo. Y el sistema era muy simple, todos los ciudadanos pagan una cantidad para los gastos sanitarios. Es el Seguro obligatorio que alguna sociedad ha conseguido instalar, cortos plazos de tiempo, por medio de Mutuas. Siempre hay quien no paga, porque no puede, porque no quiere.  Y… este último, porque piensa que de momento no lo necesita. Este esquema es comprensible y cualquiera de nosotros nos percatamos, de que llegado el momento de que la casa se incendia, se sale corriendo a asegurar el riesgo. Pero, es evidente que la esencia del seguro es que lo pagan los sanos, los niños, por los mayores y por los enfermos. Por tanto, es muy simple, se tiene que hacer obligatorio. ¿Cómo?

En los países “románticos”, lo asocian a los derechos de las personas. Todos tenemos derecho a la salud. Todos tenemos derecho a una vivienda. Todos sabemos que hay que trabajar para conseguir los bienes que necesitamos, y por eso todos tienen el derecho a tener un trabajo. Y todo eso está muy bien, pero no vamos a hacer cuestión de ello, porque es nuestra Constitución. Y en cuanto  a la salud, es evidente que hay que universalizar su derecho a curarse y por tanto, todos la obligación de costearla.

Y, en este punto, si hay debate sobre  al mejor procedimiento. Un impuesto al trabajo, son muchos los países de modelo de financiación llamado “bismarkiano”, introducido por  el Canciller, y es el modelo de Seguridad Social. Tienen muchas ventajas, los países que lo adaptaron. Pero las dos fundamentales, son el Gobierno está próximo, pero no son los vaivenes políticos de los gobiernos. Y que se adapta más a la realidad del coste, siempre alejado de los índices de incremento anual. Porque no tiene relación con el salario. Aprendamos, de una vez para siempre que la sanidad es incrementalista en el coste, porque cada día tiene nuevos medios de curar y cada día más caros que no siempre desplazan a los anteriores. Y porque cada año conviven más enfermos con los sanos por la propia eficacia que tampoco cura del todo, es decir, evita morir, pero nos deja enfermos crónicos.

Esas dos ventajas a favor de los países de financiación pública, sobre los que abona el Estado mediante impuestos, son muy importantes. Que, en su desfavor y esto aún más en España, que junto a Inglaterra, Portugal e Italia, llevan el pelotón del modelo impositivo. En ellos, el Gobierno, es quien gobierna la Sanidad, y con ellos los políticos de cada turno que no siempre están formados en estas materias. Y lo segundo que los presupuestos de los Estados, no saben contemplar incrementos constantes por encima del PIB, o del IPC. Y en pocos años de ”vacas flacas” el presupuesto sanitario se desfasa y es imposible, ajustarlo.

Con todo, que nadie se acuerde de EEUU, porque han inventado cada veinte años un Programa para suplir. Primero el MEDICARE, para que los mayores de 65 años tengan la sanidad financiada por el Estado. Eso les supone el 6% del PIB, y su coste es de 7.000 dólares por persona y año. El segundo programa es el Medicaid, para los que no alcanzan un determinado nivel de renta, actualmente 14.000 dólares. Y, por último, el Obama Care, que ha metido veinte millones de personas en un programa de protección muy complicado de entender. Aún así, hay otros veinte millones de no asegurados. Y cuando una persona de cincuenta y pocos años pierde el trabajo, le sobreviene una tragedia porque pierde su seguro, por el trabajo y se queda en la calle. Al final se va a urgencias y le protege un juez que obliga al Hospital a cuidarlo sin pensar en el cobro. ¿Era un derecho de la persona , o es una obligación de la sociedad?

Nosotros, tenemos un sistema, aceptado mundialmente. Ahora veremos si corregimos sus desfases. Pero nadie discute hoy la financiación pública. Así podemos concluir que cuando algunos partidos o personas, defienden la SANIDAD PUBLICA, no están hablando de la Financiación. Deben hablar de la prestación. Y de eso,  claro que hablaremos y mucho.

Pero nadie discute hoy la financiación pública. Así podemos concluir que cuando algunos partidos o personas, defienden la SANIDAD PUBLICA, no están hablando de la Financiación. Deben hablar de la prestación.

Pero antes, veremos, si lo presupuestado está ajustado o, por el contrario, está muy lejos de la realidad del coste. Y si eso ya supone un deterioro del Sistema, que obliga a pagar un segundo modelo alternativo.

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