Conciliación sobre de aborto: misión imposible
Como era lógico, tarde o temprano, la relación entre partidos políticos de la derecha, ha estallado, por lo que era de esperar, si uno de ellos tiene como objetivo, al llegar al poder, abolir o entorpecer el proceso del aborto, desde la ilegalización del mismo, a modificación de plazos o cambios que induzcan a dificultar el acceso de una embarazada a su intervención ya decidida o por decidir.
En este confidencial, no vamos a dejar de tratar ningún tema por complejo que sea. La permisividad del aborto es, quizás el problema más complejo de una sociedad civilizada que no ha resuelto ninguna nación, por cuanto ha de ser elevado a rango de ley dictada por un parlamento democrático en el cual se enfrenta la idea y la necesidad psicofísica de cada persona, y su sentido vital, cómo el respeto a la vida. A lo que se añade, el sentido trascendental y la creencia religiosa que son tan esenciales, para unos, como inexistentes para otros. Pero, a mi parecer que no consiste en conseguir la mayoría de uno sobre el otro, para imponer la idea de cada uno de los grupos.
Quienes llevamos muchos años de ejercer la profesión médica, nos resulta más aberrante, hacer por terminar con la vida, cuando nuestra pasión es luchar porque no acabe, aunque a muchos enfermos en su final, se agarren a nuestra mano y nos pidan aliento porque no ven la luz detrás del final de la suya. Y ahí, en nuestra propia indigencia, sin querer mentirle ante su tragedia personal, queramos infundirle, con respeto, y con nuestras propias dudas que el más allá existe.
Es bastante común, nuestra creencia profesional vital que nos depara un respeto a la vida, de la que cómo persona y un poco más cómo médico, sabemos que existe desde el momento apasionante del viaje que inicia un osado espermatozoide, ingresando en el óvulo materno. Podrán pasarle muchos incidentes en sus nueve meses, tanto como en sus ochenta años de vida media posteriores, pero el secreto de la vida, ya ha dado su comienzo.
Pero, también, tenemos ante nuestra experiencia personal y profesional, la tragedia que vive una mujer que no es capaz de seguir su aventura personal de convivir con un embarazo y terminar con su vida, cómo otras personas en su propia tragedia dan por finalizada la suya propia. La posición de exigir a otra persona, en este trance, la responsabilidad de dar continuidad a una vida que crece dentro de ella y que se siente incapaz de darle el impulso necesario y que tampoco acepta en su criterio, ceder su criatura una vez que la tenga entre sus brazos, y la sienta llorar. Y lo que algunos pretenden es que ese momento de entregar su hijo después de verlo, se adelante oyendo el latido cardiaco dentro de su cuerpo. ¿Cuál es la pretensión? Hacerle más difícil y trágica una decisión que sólo ella sabe y siente lo antinatura y lo desgarradora que les resulta, entregar a su hijo sabiendo que existe, como oír su vida antes de terminarla en su propia matriz.
Es ahí donde, los ciudadanos, es decir las personas vestidos de sus funciones de convivencia en una sociedad digna y respetuosa con los demás, deben encontrar, su posición racional de ser defensor de la vida, y respetar al tiempo, a quien se suicida por su cuenta, o quien termina y mutila una que se le ha confiado en su propia capacidad y en su diario cabalgar lleno de aciertos y desaciertos.
Sin embargo, todos los que luchan por la vida, debemos iniciar un verdadero camino de apoyo a quienes toman esta decisión y poder reducir al menos, su incidencia. Y, como siempre defiendo, busquemos el hilo conductor de estas decisiones personales, para saber las razones que las provocan y cuales están cargadas de responsabilidad social y de las que todos somos responsables.
Si entramos en el mundo científico, el aborto es para un médico un proceso que incumbe a la medicina y a la organización sanitaria. Muchos están entregados a prevenir los llamados espontáneos. ¿Cuántos de ellos o quizás alguno, sea motivado en la propia pelea de su progenitora contra su propia vida la suya y la de su criatura?. Sabremos algún día los principios biológicos de todas las enfermedades autoinmunes, para quizás dar paso al inicio de su propia lucha de la persona contra sí misma.
Pero, nos hemos de ocupar de analizar los provocados y dejar al lado una especie de menosprecio, o de apartado en el que no queremos entrar, porque detestemos injustamente a los que practican estos procedimientos.
Estuve unos años, en la Dirección de Hospitales de la Comunidad de Madrid, y tuve el mismo interés por saber sobre el Registro de tumores de la Comunidad de Madrid y analizar sus incidencias, su evolución, cómo sus causas, para también aportar conocimiento para sus soluciones, digamos a la luz de la ciencia llamémosla indebidamente epidemiológica.
Pues bien, reconozco que no con tanta dedicación que me permitió salir con una cifra aproximada de los canceres de Madrid, ¡que vergüenza! para mí y para todos y algunos más osados que creen que tenemos un buen sistema sanitario, porque hacemos trasplantes y tratamos tumores con los últimos adelantos, y España carece de registro de tumores, salvo el País Vasco desde hace diez años, que una apasionada profesional ha dedicado su vida a llevar rigurosamente la cuenta.
Pero lo poco que me dediqué, como digo más arriba, junto a otra profesional que dedicaba su pasión antiabortista a seguir la estadística de abortos de la Comunidad. Y esto es bastante más fácil que la de seguir la afortunada larga vida de los canceres de la misma Comunidad. Pues desde la solicitud de datos y con el máximo y riguroso respeto y secreto a un asunto tan delicado, podemos saber, es decir deberíamos saber, porque ya les anuncio que será un escándalo para todos. ¿Cuántas mujeres han abortado en Madrid cada año? ¿Cuántas mujeres han tenido más de un aborto en el año?. Creo recordar que teníamos mujeres con tres abortos en el mismo año y que su origen era más que claro. ¿la situación personal d cada mujer? ¿La relación con su pareja? Etc, etc.
Oigamos el latido de un quejido social y dediquémonos de verdad a ser defensores de la vida, con el respeto que todos nos merecemos, por la vía de la investigación y de la ciencia médica, sociológica, económica y política de un problema de las sociedades modernas que es la aberración del suicidio o del aborto rebajando su número por el conjunto de las medidas que se deduzcan del estudio.